lunes, 1 de noviembre de 2010


Si bien reconoce que la carretera es en sí misma un paso importante, Mateo Salinas, presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Turismo de Madre de Dios, considera que los empresarios están solos, no tienen ningún incentivo y tampoco cuentan con las condiciones mínimas para invertir en industria y aprovechar la nueva infraestructura vial. “Sin electricidad ni agua, ¿quién puede hacer empresa?”, se pregunta.
Miguel Vega Alvear, presidente de Capebras, es más cauto en sus apreciaciones, pues considera que el Gobierno sí emprendió la promoción e integración del aparato productivo que explote la carretera; pero 
–añade– esta se ha enfriado “por el inicio de la temporada electoral”.
La situación de urgencia se termina de configurar cuando Castillo precisa que actualmente las exportaciones peruanas –que sumaron US$529 millones entre enero y agosto– llegan al Brasil casi un mes después de su embarque, pues tienen que cruzar el Canal de Panamá.
Ante los exportadores optan por hacer cabotaje desde el Callao hasta Valparaíso (Chile) para ingresar a su destino por tierra y vía Bolivia. “Esta ruta se hace en menos tiempo, pero es muy cara”, comenta.
Sobre este punto, el Mincetur respondió que ya ha tomado nota, pero que tras un estudio determinó que la zona de almacenamiento de productos peruanos se desarrollará del lado brasileño para facilitar su importación.
A todo esto, ¿qué tan real es el potencial exportador de la ruta? Los consultados coinciden en que los productores de papa, cereales, materiales de construcción, textiles y frutas del sur del país tienen una gran oportunidad.
El turismo es uno de los sectores que más se puede beneficiar de la IIRSA Sur. Sin embargo, la explosión de la minería informal en Madre de Dios y Puno está poniendo en riesgo el desarrollo de esa industria.
Además de destruir 150.000 hectáreas de selva, la minería informal ha generado un grave problema de seguridad en las regiones mencionadas, al punto de que no es raro ver gente que porta armas circulando por la carretera. A ello se suma el explosivo crecimiento de la trata de personas. Así las cosas, podemos caer en la paradoja de haber invertido en una vía que facilite la comisión de delitos, antes que el desarrollo del país.

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